Un ejemplo de grandeza política: Francisco Camps

Muchos politólogos y algún que otro filósofo (incluido mi amigo) deberían plantearse seriamente en qué se han equivocado. Porque, lo siento mucho, la realidad les está atizando un buen golpe en los morros. Y es que estamos viviendo un momento en que los criterios éticos que gobiernan la acción politica están cambiando drásticamente o, lo que es lo mismo, hemos metido la pata hasta el cuello cuando hemos definido conceptos como democracia, honradez, responsabilidad, etcétera. El señor Francisco Camps es un claro ejemplo de lo equivocados que estábamos.

El recorrido de este político es espectacular y, para nuestra desazón, se nos acaba de presentar como el paradigma de lo que puede ser la acción política en el futuro. No lo digo yo, ¡pobre de mi!, sino el mismísimo presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy. Como todos sabrán, Francisco Camps ha sido presidente de la Comunidad Valenciana desde el 2003. Durante su mandato ha liderado un gobierno que ha despilfarrado dinero público a manos llenas, según todos los partidos de la oposición. Ha controlado una telelvisión pública que acumula uno de los mayores déficits estatales y que es ejemplo de manipulación informativa, según diversas asociaciones de periodistas. Ha sido capaz de encabezar o de secundar acciones de sus correligionarios del partido en la comunidad que tienen difícil explicación, como derribar barrios enteros saltándose a la torera los dictámenes de la ley, o construyendo aeropuertos en los que difícilmente se podrá recuperar el dinero invertido, o pagando millones de euros por tener un gran premio de fórmula 1 que no parece ofrecer ningún beneficio a la ciudad de Valencia. Además, uno de los posibles casos de corrupción política más vergonzosos de este país, el caso Gürtel, se ha originado en su comunidad y todo indica que puede salpicar a un buen número de personajes de su partido. Para más inri, está acusado formalmente y en espera de juicio por cohecho impropio o, lo que es lo mismo, por recibir favores o regalos a cambio de compensaciones por parte de la administración pública que él gobernaba.

Todo un ejemplo, vamos. Lo dice el señor Mariano Rajoy. Pero, aunque nos duela, también lo dicen los votos de los valencianos y valencianas que le han apoyado y que han estado dispuestos a mantenerle en su cargo. Tiene razón Mariano Rajoy, el señor Camps tiene un gran futuro como político porque, después de todo cuanto he descrito, estoy convencida que volverá a ocupar cargos públicos de responsabilidad y quién sabe si a nivel estatal. Y si esto es así, ¿no deberíamos replantearnos el significado de palabras como responsabilidad, honradez o democracia? ¿Realmente una gran cantidad de votos valida cualquier tipo de comportamiento político? ¿Cuáles son los límites éticos de la acción política y cómo se pueden hacer efectivos esos límites? ¿No tendríamos que analizar con detenimiento el peso de la manipulación política en el sistema democrático? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación y cuáles son los límites éticos que deberían respetar? Demasiadas preguntas, ¿verdad? Yo también lo creo. Pero, por ser demasiadas, no deberíamos olvidarnos de ellas.

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