Se han dicho algunas -hasta es posible que muchas- mentiras a la luz de la última reforma laboral que ha aprobado recientemente el gobierno del PP. Algunas de estas falacias han estado subscritas y reafirmadas por otras gobiernos de derechas, como es el caso del gobierno catalán. Pero para mí que lo único que ponen de relieve estas mentiras es que o bien nuestros gobernantes tienen una gran desfachatez y no sienten ningún rubor en contradecir descaradamente a la realidad, o bien es que viven en un mundo absolutamente ficticio y apartado de la cotidianidad de la calle.
Un ejemplo -y demasiado evidente- es la afirmación acusatoria de que los españoles no somos muy dados a la movilidad geográfica y que, como consecuencia, sufrimos las penurias del paro y la pobreza muy cerquita del nido en el que hemos nacido sin querer movernos a otros lugares de la geografía española. Bueno, pues vale, vamos a darles la razón. Así pues, está claro que si en Ávila -por poner un ejemplo- hubiera trabajo para miles de españoles, no nos imaginamos una riada de personas que se trasladaran hacia allí aprovechando una oportunidad. Imposible, ¿no? Porque, la realidad nos dice que hay muchísimo trabajo en... ¿dónde? y que nadie quiere ocupar esos puestos, ¿verdad?
Es curioso el caso de Barcelona, Madrid o Bilbao. Es curioso porque son las ciudades más prolijas del estado español, con poblaciones muy extensas. Debe ser que la incontinencia sexual de sus habitantes y la falta de profilácticos las ha convertido en muy populosas. O igual es que todos sus habitantes son del Opus Dei y se dedican a criar sin medida. Además, extrañamente sus habitantes hablan con acentos andaluces, gallegos o murcianos, sin que se sepa muy bien el porqué. De ninguna manera se debe a que durante decenios las poblaciones de otros lugares del estado se hayan trasladado a estas ciudades buscando trabajo y un agujero en el que poder vivir, no puede ser.
Los españoles no se mueven de sus lugares de nacimiento. Nunca han emigrado a Alemania, Suiza o Argentina. No puede ser que más de la mitad de los habitantes de Catalunya sean emigrantes o hijos de emigrantes de otras zonas del estado español. Si hubiera trabajo, nadie se movería y seguiríamos empobrecidos y llorando el auxilio del estado. ¡Qué malos somos los españolitos y qué suerte tenemos de que unos señores de derechas nos echen la culpa de nuestras miserias!
1 comentario:
Sublime tu ironía. Tocado y hundido.
Por cierto, yo voto por las dos opciones: ni sienten rubor ni viven en nuestro mundo. A veces incluso pienso que pertenecen a otra especie diferente.
Un abrazo.
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