No es posible. Aún no me lo creo, pero he oído decir a un político que esta protesta (la de los jóvenes, la del 15M) está poniendo en evidencia, quizás, que la clase política se blinda a sí misma y corremos el peligro de convertirnos en casta. De verdad que aún no me lo creo porque, dicho de esta manera, parece que en realidad no sean una "casta", parece que aún haya esperanzas de restituir el sentido original de la democracia, de devolvérsela a sus verdaderos dueños: los individuos, o las personas, o... (a veces, me cuesta horrores no utilizar términos como pueblo o popular, por aquello de la apropiación indebida que han hecho algunos de estos términos).
En fin, que (según este señor que me permitirán ustedes que no nombre porque, en realidad, podría ser cualquiera de ellos; aunque sí puedo decirles que pertenece a una de las familias más influyentes de la política catalana, digamos que es el pimpollo catalán; ¿casta o ironía?)... A lo que íbamos, que si no son casta, deberíamos entender que los políticos no se apoderan de las butacas en las que se deciden, por ejemplo, el tipo de interés que cobrarán por nuestras hipotecas (¿Cómo se llamaba... Strauss Kanh?). Deberemos entender que ponen coto a los malversadores y a los corruptos echándoles de las listas electorales y de los cargos públicos (¿Este otro... Camps?). Que no se intercambian puestos de jubilación anticipada con suculentos sueldos (consejos de administración, embajadas, oficinas de representación,...). Que, en una acción ejemplarizante, se han alargado también ellos la edad de jubilación y se han bajado el sueldo. Que ya no utilizan coches oficiales por motivos del cargo o cuando van a la fiesta de cumpleaños de un amiguito de su hijo o a la peluquería. Pues eso, que parece que deberíamos creérnoslo.
Pero, lo peor de todo es que yo quiero confiar en la política. No quiero caer en manos de iluminados ni de salvadores. Así que lo mejor que puedo hacer es animar a todos para que estemos atentos, para que no nos aleccionen y para que, si puede ser, sigamos pensando, ahora que parece que hemos recuperado en algo la disconformidad. Quién sabe, hasta podríamos volver a creer en los políticos.
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