Una buena parte de la derecha española, en general, y catalana, en particular, se definen como liberales. Pero cuando esgrimen "su" ideología liberal, se les llena la boca de términos como emprendedores o iniciativa, o hablan de ser libres para mover "su" dinero y construir "su" riqueza, o ensalzan lo privado para menospreciar abiertamente lo público. Y esa es la única dimensión que contempla el llamado liberalismo. Porque, en realidad, no son liberales, son conservadores disfrazados o, mejor, neoconsevadores engreídos y manipuladores. Ese liberalismo que les empuja a aprovecharse del esfuerzo de los demás o que les hace creer que pueden utilizar al resto del mundo como pura mercancía de la que sacar un provecho -incluidos el resto de sus conciudadanos- o que les hace pontificar reglas morales y objetivos nacionales que debemos seguir el ignorante pueblo, en realidad no tiene nada de liberal ni se acerca en absoluto al término libertad. A los hechos me remito.
¿Cuándo se ha visto una reforma laboral que recorta de manera tan criminal -sí, sí, criminal, de crimen- los derechos de una mayoría para beneficiar descaradamente a una minoría selecta? ¿Eso nos hace más libres? Recortar los servicios públicos -educación o sanidad-, ¿nos da más oportunidades a todos? ¿Nos ayudará a ser más felices? Cuando el señor Gallardón se cree en el derecho de decirles a las mujeres que sufren una "violencia estructural", ¿se ha preguntado cómo les benefician a las mujeres embarazadas "sus" recortes y "sus" reformas? ¿Quién se cree que es él para darnos lecciones de moral? ¿De quién es la libertad de tener un hijo? ¿De los hombres? ¿De "su" conciencia moral? Cuando la señora Aguirre llama violentos a los que se manifiestan en la calle, ¿respeta la libertad de expresión y el derecho a manifestarse? ¿Se digna el señor Rajoy en reunirse con los sindicatos para escuchar sus propuestas? Ningunear a sindicatos, ¿es una muestra de consenso? Incumplir las promesas electorales, ¿nos hace más democráticos?
Comenzamos a estar hasta las narices de estos intolerantes de derechas. Quizás es hora de pararles los pies y dejar de escuchar sus aleccionamientos puritanos y falaces. No les dejemos que mencionen la libertad cuando la traicionan tan descaradamente manipulando la realidad. Ya está bien, liberales de pacotilla. Porque si queréis ser liberales, asumid la libertad en toda su dimensión y no sólo en aquello que os beneficiará a costa del sufrimiento de los demás.
2 comentarios:
En efecto, la hora de pararles los pies creo que llegó hace ya mucho tiempo. lo que no entiendo muy bien es a qué esperamos...
Un abrazo.
Poco a poco. El miedo nos tiene atenazados. Nos intimidan con el infierno si no aceptamos "sus soluciones", pero, en un momento u otro, saldremos de las tinieblas, de sus ideologías trasnochadas y cavernarias. Ilusión, eso es lo que ha movido todos los cambios en la historia.
Gracias por tu comentario, Perséfone.
Publicar un comentario