Apreciado señor presidente,
quiero seguir ayudando en lo que pueda. Ya sabe, arrimando el hombro para que podamos salir airosos de… bueno, la realidad es que usted deberá gobernar y a mí me gusta meterme donde no me llaman. Por eso hoy quiero ofrecerle una idea que me lleva rondando desde hace varias semanas y, de paso, me echa usted una mano.

Usted decidió hacer una campaña en la que no se explicaba nada en absoluto y debo reconocer que fue una buena táctica. ¿Para qué admitir preguntas en las ruedas de prensa durante la campaña electoral? ¿Para qué explicar las medidas que pondrá en práctica una vez gobierne? ¿Para qué especificar qué es "lo que tenemos que hacer"? Algún aprendiz a político, en su partido, se hizo un buen lío con esta cuestión, ¿se acuerda? En fin, usted sabía que iba a ganar y que no necesitaba decir nada más. Seguro que pensó: entre los votos de los que me quieren y los votos de los que no quieren al "otro", esto ya está hecho. A veces, los votantes somos así cuando nos tocan el BMW: entusiastas hooligans que no vemos más allá de la siguiente cerveza; después, si se da el caso, ya nos arrepentiremos.
Ahora, después de ganar las elecciones, continúa usted sin explicar nada de nada. Todo el mundo da por hecho qué es lo que hará, pero usted no se digna en explicar nada. Tiene a sus colaboradores –los otros, lo que cobran por hacer lo que usted diga, no yo- que van lanzando discursillos sin ninguna sustancia y usted, mientras tanto, "trabajando en su despacho". Pero, -pregunta mi amigo- ¿no es también parte de su trabajo informarnos de lo que se nos viene encima? ¿No es usted un servidor público elegido para "hacer lo que tenga que hacer"? Pues si le "hemos" elegido y usted es un servidor público interino, no le queda más remedio que cumplir con las obligaciones del cargo -aquí reconozco que mi amigo ha estado un pelín agresivo.
Mi consejo sería: díganos algo. No es necesario que nos diga la verdad, que ya sé que a usted le cuesta un poco, con que nos diga alguna mentirijilla ya será suficiente. También nos puede vender alguna otra reforma "necesaria" o nos puede iluminar con los beneficios del mercado y el bienestar de los bancos. Díganos algo y así mi amigo, el profesor de filosofía, cambiará de tema y no volverá con lo de la publicidad y la democracia. Gracias.
5 comentarios:
Este hombre, que se ha dedicado a criticar, a destruir y a desgastar durante tanto tiempo, que ahora no sabe hacer otra cosa.
Aunque es fácil, solo tiene que seguir las indicaciones que le lleguen del BCE, indicaciones que por otra parte están en su linea fascista, ya que son recortes ajustes y privatizaciones, como buen neoliberal que se precie.
¡Lo tenemos claro!
Un abrazo y felicitaciones por tu entrada.
Gracias por tu comentario. Un saludo.
Helena Madox
Yo es que me fío poco de las palabras de los políticos. Yo siempre he dicho que un político es una persona de hechos y no de palabras.
Un saludo.
Ciertamente, Miguel. Pero la responsabilidad de otorgarles la confianza es nuestra y quizás estamos desvalorizando el poder de la palabra, de la comunicación, hasta convertirla en una anécdota.
Un saludo.
Helena Madox
Aunque no soy filósofa, tengo que admitir que estoy bastante de acuerdo con el significado que le da tu amigo a la palabra publicidad.
Tampoco estaría mal que, como pides, nos dijeran algo. Aunque, por otro lado, recuerdo aquella frase que decía que es mejor guardar silencio si lo que vas a decir no es más bello que éste.
La verdad, llegados a este punto, en que la credibilidad de todos estos señores anda por los suelos, no sé si yo personalmente les iba a prestar muchos oídos.
Pero oye, tu sigue ayudando a Rajoy aunque é no te lo pida, que eso está genial. Es más, todos deberíamos hacerlo, aunque sea a gritos y con parcantas en alto.
Un abrazo.
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