Urdangarín y la República

La verdad es que para una republicana, si Urdangarín hace o ha dejado de hacer, no debería cambiar nada en sus convicciones. Sin embargo, he visto y oído cómo algunas personas, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, proclamaban a los cuatro vientos las virtudes de la República contraponiéndolas a las acciones de muy dudosa corrección ética -y supuestamente delictivas- que ha demostrado el señor Urdangarín. Pero si tenemos que denostar al señor Urdangarín -y créanme que tengo ganas-, no será porque sea monárquico o yerno de un rey. Además, no creo que sea ni necesario ni acertado hacer comparaciones entre la supuesta pureza del sistema republicano y la perversión del sistema monárquico.

Los comportamientos éticamente incorrectos no dependen de una forma de gobierno u otra. Cierto es que hay formas de gobierno que facilitan la corrupción y el tráfico de influencias, pero no es cierto que los sistemas republicanos estén vacunados contra la codicia humana. Seremos demasiado inocentes -ya diría que absolutamente ingenuos- si creemos que deshaciéndonos de la Casa Real y proclamando la República -ya sea catalana, española o ibérica- acabarán todos los males provocados por la codicia. Eso sí, cualquier sistema que posea mecanismos fuertes de protección contra truhanes y aprovechados, será un sistema mejor. Y aquí sí que deberíamos admitir que al menos en una república no encontraremos una familia con ciertas prerrogativas y privilegios, ya sean explícitos -como el derecho a declarar por escrito o a recibir dinero público por no hacer nada- ya sean oscuros -a saber cuántas influencias concurren en la familia real española, ya sean en forma de puestos laborales de privilegio o en forma de favores financieros.

A mí hay algo que me preocupa bastante más que el hecho de que Urdangarín sea o no componente de una familia privilegiada. Me preocupa que los favores provengan de instituciones públicas y democráticas. Me preocupa que exista una sensación de impunidad -o algo más que una simple sensación- para todos aquellos que hacen lo que les de la gana con el dinero público y que después, impúdicamente, nos pidan un esfuerzo extra a los demás. Me preocupa que de todo el "sarao" valenciano y mallorquín -con sus Matas, Bigotes, Fabra, Camps, Barbera,...- la única víctima hasta el momento sea un juez que quiso saber la verdad. Me preocupa que -sea monárquicamente o republicanamente- exista una casta que se ríe sistemáticamente de nosotros -y aquí tampoco hago diferencias entre sistemas políticos o entre naciones catalanas y españolas. Creo en la República y me encantaría poder gritarle unos vivas, pero me gustaría mucho más que, mientras tanto, podamos meter en la cárcel a todos los facinerosos que nos están sangrando hasta las creencias.

2 comentarios:

Miguel dijo...

En democracia no hay sistema o régimen político bueno o malo en sí mismo, sino personas que ejecutan sus responsabilidades bien, o mal. Así es que puede haber una república buena o mal, depende de las personas; como puede haber una monarquía buena o mala, depende de las personas.

Un saludo.

Helena Madox dijo...

Absolutamente de acuerdo. Somos las personas los que hacemos bueno o malo un sistema y somos las personas las responsables de que un sistema sea más permisivo o no. Ser republicano es cuestión de principios, de saberse y querer ser libre, sin tutelas.