Colaborando con el presidente Rajoy (IV): El Consejo Asesor

Falta pocas horas para que usted, nuestro ya casi flamante presidente –lo de flamante no se lo tome a mal, que no va con segundas ni tengo intenciones incendiarias- comience el ansiado discurso de investidura. Voy contrareloj para ver si le llega a tiempo mi última propuesta: crear un consejo asesor. Me he emocionado al pensarlo. Verá usted, aquí en Catalunya nuestro presidente Mas tuvo a bien crear uno, el CAREC –Consejo Asesor para la Reactivación Económica y el Crecimiento-. Con este nombre tan rimbombante y con las personalidades tan eminentes elegidas del mundo económico y empresarial, se dará usted cuenta de que es una gran idea, ¿verdad? Bien, pues usted puede crear otro, aunque sin repetir, con un punto de originalidad y hasta es posible que con un punto de realidad.

Mi propuesta es crear un consejo asesor que podría tener como nombre CASA. Podría ser el Consejo Asesor del Sufrimiento Ajeno. Igual el nombre no le dice mucho, pero déjeme que me explique -sin chascarrillos-. Sería Consejo y Asesor porque sus componentes se reunirían con el fin de ofrecerle su sabiduría para que usted pudiera gobernar con más eficacia. Sería del Sufrimiento porque sólo así puede usted conocer de primera mano qué sienten en la calle las personas que han confiado en usted. Y sería Ajeno porque -me perdonará, pero por mucho que quiera decir lo contrario- usted no sabe lo que es sufrir verdaderamente. Creo que, sólo de esta manera, después podrá valorar justamente las medidas que los asesores con corbata le dicten.

¿Cómo hacer este Consejo? Pues podría usted empezar por pedir la opinión de personas que sufren de verdad y que viven la realidad del día a día sin tener más esperanza que la de llegar a mañana. ¿Por qué digo todo esto? Pues porque, aunque no le pueda parecer, los hay y muchos. Pregúntese, por ejemplo: ¿Cómo es posible mantener a una familia con 426 euros al mes mientras un señor con corbata te llama borracho holgazán? ¿Cómo es posible hacer la cola del paro desde las siete o las seis de la mañana para ver la cara de la funcionaria cuando te dice, "pues de momento no hay nada; ánimo hombre, a ver si el mes que viene hay más suerte"? ¿Cómo es posible salir a pasear con tu hijo en Navidad sin que mire los escaparates de las tiendas de juguetes? ¿O cómo es posible ver que el hijo adolescente estudia con esfuerzo e ilusión para posiblemente no llegar a ningún sitio? ¿Cómo es posible arriesgar la vida en el estrecho para trabajar por un sueldo miserable y con miedo por si te cazan y te tratan como a un delincuente? ¿Cómo es posible que la pobreza huela tan mal? ¿Cómo es posible que nos hablen de justicia social cuando nos desahucian para enviarnos a la calle? Preguntas que nos podríamos hacer y que sólo ellos, los doloridos, pueden contestar. Porque, si no es para ellos, ¿para quién quiere gobernar usted? Creo que fue John S. Mill el que en el siglo XIX afirmó que el gobierno de un estado sólo debe tener el objetivo de hacer más felices al mayor número posible de ciudadanos y, además, sin olvidarse de las minorías, de los que sufren las peores situaciones sin apenas voz. ¿No cree que podríamos hacer algo al respecto? ¿Cree que podríamos convocar un Consejo Asesor del Sufrimiento Ajeno?

2 comentarios:

Perséfone dijo...

¿Qué más se puede añadir? Una propuesta, brillante, como siempre. Aunque en este caso me voy con la impresión de que existen las mismas probabilidades de que me toque la lotería a que algo así sucediera (no llevo ningún décimo).

Un besote ¡Y no dudes en seguir ofreciendotu colaboración!

Helena Madox dijo...

Pues yo preferiría -y tú también- que no te tocase la lotería -ni a mí tampoco-, si así consiguiéramos aliviar en algo el sufrimiento... pero mejor compramos lotería, por si acaso. Tienes toda la razón, es más fácil que nos toque.

Gracias por tu amabilidad.