¿Justicia ciega o justicia interesada?

El caso es que Luis C.O. ha sido condenado a nueve meses de cárcel y a pagar 11.000 euros por los daños causados al arrancarle un brazo a la imagen de Jesús del Gran Poder de Sevilla. Ayer aceptó la condena que el fiscal pidió para él y ya ha pagado buena parte de los 11.000 euros. Nada que decir, yo siempre supongo que las sentencias y las condenas son justas. Y, aunque nadie esté libre del error, nunca podemos suponer el error antes de haberse demostrado, por lo que si el fiscal lo cree justo y Luis C.O. ha aceptado la condena, será porque es lo mejor para él y para la sociedad. Es igual, lo importante aquí es que el fiscal propuso y Luis C.O. aceptó, a pesar de que en el momento de causar la tropelía se reconozca que sufría un "trastorno de ideas delirantes, parafrenia, con rasgos esquizoides y narcisistas, personalidad patológica paranoide y pensamientos psicóticos" -para más información podéis leer la noticia en El Mundo.es en la edición del miércoles 14 de marzo-. Sintetizando: Luis C.O., afectado de trastornos psicológicos importantes en el momento de cometer el pecado -nunca mejor dicho- ha sido condenado a la cárcel y a reponer los daños materiales que causó -y suerte ha tenido que no estamos en tiempos de la Santa Inquisición... ¿o sí estamos, aunque sólo sea la puntita?- Sigamos. Este hecho no me hubiera llamado la atención -no soy creyente y me cae un poco lejos Sevilla como para interesarme por el señor Luis C.O.- si no fuera porque también ayer el Ministro de Justicia, el señor Gallardón, indultó a Josep Maria Servitje, exsecretario general de Trabajo de la Generalitat de Catalunya en tiempos de Jordi Pujol, y a Victor Manuel Lorenzo, empresario. Ambos eran militantes de UDC y fueron condenados por "robar" más de 46.000 euros de las arcas públicas con facturas falsas -para más información podéis consultar El Confidencial en su edición del 15 de marzo-. "Curiosa coincidencia temporal", he pensado.

¿Que sacamos de todo esto? Pues que es más que evidente que si te pilla un momento de locura y le metes un bocado a la teta de Santa Águeda -la que lleva en el platillo- pensando que es un tocinillo de cielo, te puede caer la del pulpo. Justamente, eso sí. Pero si robas descaradamente miles de euros a la administración pública, eres un buen soldado de las hordas conservadoras y te arrepientes, no pasa nada porque Gallardón, el liberal, te sacará del apuro. Justamente, también.

Y, para rematarlo, viene Saénz de Santamaría -Sori, para los amigos- y nos da lecciones de moralidad y conducta honrosa anunciando reformas de regeneración y transparencia- no, no, si se puede regenerar y transparentar hasta la caradura, de eso no hay duda-. O el mismísimo Gallardón se permite la frivolidad -porque se tiene que ser muy frívolo o muy cínico- de decir que va a impulsar reformas para que los robos inferiores a 400 euros sean considerados delitos. Vamos que por menos de 400, a la cárcel; por más de 46.000 de copas; y en medio... ¿y en medio? Duda gorda. Señor Gallardón, si sólo robamos 45.000 euros, ¿seremos ladrones o indultados?

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