Mi amigo el profesor de filosofía

Tengo un amigo. Es profesor, de filosofía. Pero, a pesar de todo, es un buen amigo. De vez en cuando charlamos. Bueno, más bien yo le hablo y él se ríe de mí. Porque es profesor y de filosofía, claro. Yo le explico mis inquietudes, mis sueños y mis desvelos, y él siempre me escucha con una sonrisa que intenta ser amable, pero que a veces me sabe a condescendiente. Utiliza la ironía y se esconde detrás de un escepticismo muy cómodo. Yo se lo digo y él nunca me lo niega, y quizás por eso aún me resulta más difícil de aceptar en él. Al fin y al cabo, es mi amigo. Cuando le explico mis sueños y mis metas, al final siempre me dice que a él también le gustaría bailar en el aire, pero que más tarde o más temprano siempre nos tenemos que enfrentar a la ley de la gravedad.

Hoy hemos charlado un buen rato y yo le he mostrado el entusiasmo que ha despertado en mí el movimiento 15-M. Me he atrevido a explicarle todo lo que yo veo en ellos: tesón, esperanza, deseo de protagonizar sus vidas, paz, sabiduría, la posibilidad de mejorar este mundo, diálogo, un noble descaro, utopía, generosidad,... Tantas cosas le he explicado que, después de hablar y hablar, me sentía haciendo deliciosas piruetas en el aire. Hasta que me ha amenazado con su sonrisa y me ha dicho, bien, pero, ¿y a partir de ahora qué? Habrá que ir pensando en qué hacer con todo eso, ¿no? Porque el pensamiento sólo sirve para proyectarnos hacia la acción. Si no es así, el pensamiento sólo es puro sueño que se desvanece al despertar. Aún he soportado un poco más sus embestidas mientras le intentaba explicar que si el sueño sólo se queda en sueño, aún así, ya vale la pena soñar, eso ya es algo que irá con nosotros el resto de nuestras vidas. Pero él ha insistido en que hay que llegar a la acción, hay que provocar aquello que es posible, me ha dicho. Así hemos estado un buen rato, Él queriendo ver un camino y yo soñando una estación de llegada. Al final, cuando ya nos despedíamos, le he dicho que afortunadamente entre los indignados seguro que habrá una soñadora como yo y un profesor de filosofía como él. Seguro.

No hay comentarios: