¿Reforma del mercado laboral o de los derechos de los trabajadores?

Vaya por delante mi rechazo a la reforma laboral que el gobierno del PP aprobó el viernes pasado. No quiero engañar a nadie ni entrar en discusiones sobre si es mejor o peor, sobre si es beneficiosa o no. Para mí no existe discusión ni quiero escuchar a quienes la defienden. Eso sí, creo que, con esta reforma, Mariano Rajoy ha incumplido alguna promesa electoral y que, además, ha traicionado a muchos de los que le votaron -allá ellos-. Ahora bien, una vez dejado claro esto, sí me gustaría abordar algunas cuestiones relacionadas con el fondo y la forma de esta reforma laboral.

Sobre el fondo, veo que esta reforma es un claro retroceso para todos, cree o no trabajo. Insisto, para todos. No caigamos en la trampa de hacer distinciones de clases -trabajadores y empresarios- porque no es ése el tema. Las distinciones de clase no existen cuando hablamos de derechos de los ciudadanos, no sólo de los trabajadores. Esta reforma laboral trata a las personas simplemente como mercancías con un valor de cambio y no como sujetos que poseen derechos que les protejan. Ya me duele cuando utilizamos expresiones como "mercado laboral", como si el derecho a trabajar pudiese valorarse únicamente a partir de las categorías mercantilistas de oferta y demanda, pero reducir a las personas a números y porcentajes, utilizar la demagogia saltándose a la torera que somos ciudadanos con derechos y que somos parte de una sociedad democrática, me parece imperdonable. Porque se nos ha mentido y se nos ha vendido una receta como única y desesperada solución con el argumento de que sólo así podremos ayudar a los cinco millones de parados -aunque las escusas son siempre las mismas y ya nos debería sonar la música-. Parece como si la derecha sólo conociera esta argucia: no tenemos más remedio, nos duele en el alma, pero para que todos podamos trabajar sólo cabe recortar derechos a los que trabajan -¿a nadie le suena esta copla?-. Pero las preguntas deberían ser otras: ¿Es verdad que no hay más remedio? ¿No hay más soluciones? ¿Para que todos trabajemos, tenemos que recortar los derechos de unos para que otros -los empleadores- se ahorren dinero? Yo no tengo tan claro que facilitar el despido ayude en nada a contratar y a crear empleo. Yo no creo que recortar costes de despido ayude a generar riqueza y, por lo tanto, más trabajo. Como mucho ayudaremos a sustituir con más facilidad a los trabajadores sin respetar en absoluto sus necesidades ni sus derechos.

Sobre la forma en que se ha hecho, esta reforma se ha saltado a la torera el diálogo social. Cierto es que hay más ejemplos en el pasado, pero, primero, que otros también lo hicieran no significa que el PP haya hecho lo correcto en este caso y, segundo, el gobierno hubiera debido gobernar buscando el equilibrio y la justicia sin beneficiar a unos o a otros. Al gobierno se le supone una posición de arbitraje en beneficio del interés general, de todos, pero cuando sólo se quejan amargamente los sindicatos, cuando las sensibilidades más cercanas a las clases bajas se quejan y los empresarios y propietarios están encantados con esta reforma, es que el gobierno no ha buscado la equidistancia ni la justicia social.

El neoliberalismo se está apoderando de Europa y nos están conduciendo a un mundo muy diferente del que teníamos. Los dogmas de la señora Merkel y de los mercados financieros son los que están definiendo un nuevo orden. Pero nadie se pregunta si lo queremos o no, nadie se plantea cómo podemos cambiar y hacia dónde. Es como si ya nadie creyera en el progreso ni en la justicia social y sólo esperásemos amargamente las migajas de un sistema que acabará por fagocitarlo todo, los derechos primero y a las personas después.

2 comentarios:

Loli dijo...

Hablando de promesas electorales...de engañar a los votantes, aquí lo que decía Montoro en el 2010 sobre abaratar el despido.
Una pena...de verdad, una lástima.

http://www.pp.es/actualidad-noticia/problema-economico-espana-no-se-soluciona-abaratamiento-despido_2915.html

Helena Madox dijo...

Las mentiras se les acumulan. La lástima es que no hayamos aprendido después de la última vez que gobernaron y nos manipularon como si fuéramos imbéciles. Gracias por tus comentarios.